martes, 19 de enero de 2010

Hoy un toque de humor e ironia de cosecha propia.




Lo que pretende ser posiblemente un cúmulo de reflexiones inútiles…


Los baños públicos:


Bien es cierto que la evolución de la ciencia nos ha aportado un sinfín de comodidades, en muchos casos cuestionables, un claro ejemplo de esta reivindicación tiene mucho que ver con las situaciones que en muchos casos pueden llegar a darse en los cuartos de baño públicos. Ha sido éste un enclave importante diana de multitud de variopintos chistes y anécdotas, aunque no hay que ir mucho más allá de la simple reflexión para reírse o mofarse… para ello me atrevo a remitirme a la reflexión final a la que me han llevado innumerables experiencias personales.


Como varón el protocolo a tener en cuenta es adentrarse en aquellos sanitarios custodiados con un meco en forma de silueta sin falda, pero el paso del tiempo, las excentricidades y las modas han ido distorsionando tanto a este meco que finalmente ha acabado siendo sustituido por una gran variedad de posibilidades;

Un tornillo y una tuerca, un zapato y un zapato con tacón, y un largo etc, hasta el punto de que en mis experiencias personales he tenido que hacer verdaderos esfuerzos para discernir el camino a tomar…


El caso es que cuando la vejiga aprieta y el sistema de alarma de la próstata emite esas purgaciones tan características que advierten la inminente perdida de aceite..., no reparas en realizar un estudio en profundidad del meco que nos toca y nos adentramos allá donde podemos sin demasiados remilgos. Entramos ya tirando de bragueta , y es ahí donde entran en juego los avances de la ciencia, las luces se encienden como por arte de magia, te la sacas fuera como tratándose de un acto reflejo y te dispones a realizar en un nanosegundo el calculo de la parábola que debe realizar el chorro de la orina para arrasar con aquella colilla que flota en la laguna del señor roca, o bien para barrer el derrape producido por algún culo inquieto, y todo transcurre con la naturaleza propia que ha caracterizado al hombre supuestamente civilizado durante más de 7000 años, hasta que la ciencia irrumpe desgarradora dejándote a ciegas con un chorro que guiar en tus manos, el temporizador que ha iluminado tu llegada al baño ha estimado que las operaciones mencionadas anteriormente ya debieran llegar a su fin, inconscientemente corta el suministro eléctrico sumiéndote en la más injusta e incómoda oscuridad. Es este un momento de incertidumbre en el que entran en juego dos de los cinco sentidos , el oído que te advierte que todo va bien si sigues oyendo como la orina se precipita sobre el charco , como se puede complicar la cosa cuan lo que oyes es la piedra. Y el no menos importante tacto, que sirve para sentir como la operación ha fracasado al notar el calor y la humedad sobre tu piel.


Por Maese Sir Silva.

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